Unos minutos para hablarles de la vida y obra del Enfant Terrible del arte contemporáneo.
Caótico, ecléctico, innovador, creativo; con esa inquietud que te da la juventud y con una carrera que transcurría en fast forward. Jean-Michel Basquiat tuvo al Guggenheim y al MoMA a sus pies. En menos de diez años realizó 40 exposiciones personales y más de 100 colectivas. Pero Jean-Michel sólo vivió hasta los (malditos) 27 años. Falleció el 12 de Agosto de 1988, por una sobredosis de speedball (mezcla de cocaína y heroína) y así nacía el mito de “The Radiant Child”, como lo llamaría en sus comienzos el periodista Rene Ricard en su artículo de la revista Artforum.
Nació en Brooklyn, New York. Su padre fue un contador haitiano y su madre una diseñadora gráfica puertorriqueña. Con sus padres divorciados y con 16 años, se introdujo en el sub-mundo underground de la gran ciudad que nunca duerme. Jean-Michel se aferró al graffiti, pintando los vagones del metro en SoHo y al mismo tiempo recorriendo las múltiples galerías de arte de la zona. Luego de un accidente en 1968, su madre le regaló un ejemplar de la obra de Henry Grey, “Henry Gray’s Anatomy of the Human Body” y cada página del manual se transformaría más tarde en inspiración.
Una vez recuperado, junto con Al Díaz crean SAMO, acrónimo en inglés para “Same Old Shit” (algo así como “La misma mierda de siempre”). Con SAMO, los artistas expresan mensajes en contra del sistema, de la iglesia y los falsos filósofos.
Después de SAMO, Jean-Michel madura. Decide ir más allá y siempre en el ambiente underground, experimenta con la música. Esa afición no le duraría mucho pero lo ayudaría a conocer a artistas bohemios neoyorkinos, que bajo el manto del jazz y rock, coinciden musicalmente con Basquiat y lo impulsan a pintar. Con una fuerte influencia de Jackson Pollock, Franz Kline y demás figuras del expresionismo y el arte abstracto; el chico de Brooklyn va formando su propia esencia: Combina su cultura del graffiti, con figuras abstractas, las figuras de “La Anatomía de Grey” y su propia mente. Basquiat había creado su propia simbología artística.
En 1982, el artista era considerado como una revelación del nuevo arte abstracto contemporáneo. Jean-Michel empieza a exponer en galerías importantes de New York, California, Japón y varias ciudades de Europa. Se hace amigo de Madonna, que en ese momento era otra chica neoyorkina en ascenso y tienen un breve affair. Entre excesos y mucha noche, el terrible joven del arte rebelde no para de pintar: Libros, papeles, lienzos, paredes, electrodomésticos. Cualquier cosa sirve.
“Jean-Michel Basquiat ha conseguido que pinte de una forma muy diferente, y eso está muy bien” – Andy Warhol.
Basquiat y Warhol se conocieron en el 83 y por un par de años fueron inseparables. Colaboraron juntos y Andy le abrió más las puertas del ambiente cultural neoyorkino. El artista pudo abrir su propio atelier en Maui, sus pinturas se vendían como refresco helado en una tarde de verano.
Jean-Michel viajaba constantemente a África y se convertía en el artista más joven en exponer en el Museo Kestner-Gesellschaft de Hannover, Alemania con 25 años. Fue el primer artista afroamericano en ser la portada y página central del New York Times. Amigos, Jean-Michel Basquiat era el rockstar del arte y las drogas forman parte de esa vida; así que tuvo que agarrar sus cosas e ir a Hawaii a rehabilitarse.
Todo iba bien, hasta que se entera de algo que lo iba a hundir nuevamente. Andy Warhol estaba muerto. Era el 22 de Febrero de 1987. Nuestro chico prodigio quedó destrozado, y ocurrió lo evidente… se ahogó en estupefacientes. Un año y medio después, le tocó a él pasar a la inmortalidad.
Dicen que al final de su corta vida tuvo un sueño: Exponer en París. 23 años después de su muerte, el Musée d’Art Moderne de París le cumplió ese último deseo y en el 2010 celebraron su aniversario Nro. 50 con una deslumbrante retrospectiva de su carrera.
“Nunca sé demasiado bien si estoy vivo. De todas formas no me preocupa demasiado, creo que soy inmortal”.
Dicen que cada artista lucha por trascender, Jean-Michel Basquiat hizo un gran trabajo. Le bastaron 8 años de carrera para ser una influencia en los nuevos artistas, para finalmente transformarse en un verdadero mito, leyenda del arte y la cultura pop.